jueves, 12 de junio de 2008

TRANSMUTACIÓN, ALQUIMIA: CRUCIFIXIÓN

TRANSMUTACIÓN, ALQUIMIA: CRUCIFIXIÓN


Al comenzar nuestro viaje espiritual, no somos conscientes, y normalmente no tenemos conocimiento, de que nuestros cuerpos inferiores (físico, emocional y mental) están siendo transformados. Comienzan a ser transmutados. En esos momentos no estamos para muchas lecciones, nos basta con poder seguir hacia delante, levantarnos tantas veces como sea necesario, y ocuparnos por los seres que nos acompañan en la vida con abnegación. Seguro que por muy mal que estemos nosotros, ellos nos necesitan mucho, y ese cuidado que les brindamos, nos servirá para sentirnos mejor y olvidarnos de nuestros propios problemas. Somos eslabones claves en la cadena de la vida y nuestro esfuerzo servirá como empuje de evolución para toda la cadena. Somos importantes para la Vida y no hay nadie que pueda realizar nuestro trabajo, nuestro servicio a la Vida, por nosotros y como nosotros.

Así tras un período difícil de purificación y autodisciplina, nos encontramos con que se ha transmutado una gran parte de nuestra mente errada o karma (según teorías metafísicas aproximadamente la mitad de él). Esto permite conectar con nuestro Ser de una manera más fuerte y personal, es entonces cuando se produce un empuje muy importante, la entrada a un nuevo nivel de conciencia: el Bautismo.
Aquí comienza la iluminación del subconsciente y la sombra comienza a ser reconocida con más claridad: Ayudados siempre por el Espíritu Santo, porque el miedo y el vértigo que nos produce este proceso, es enorme. No podría realizarse la inmersión por las profundidades del subconsciente, sin el sentimiento y la certeza del Amor que ahora nos acompaña. Ahora sentimos el Amor incondicional y personal del Padre por nosotros, seamos de la manera que seamos. Por eso mismo, es por lo que nos vamos a sentir capaces de enfrentarnos, cara a cara, con nuestra sombra; esa parte que enjuiciamos como negativa, que rechazamos y reprimimos, que no somos capaces de reconocer en nosotros mismos y que cuando lo hacemos, tenemos la tendencia a someternos a nuestros propios juicios arrasadores. Es entonces cuando la Luz amorosa del Espíritu nos sirve de abogado y dictamina la absolución, como dice Jesús en el evangelio de San Juan 16 (8-9), referente al Consolador y Espíritu de Verdad.
Es por este Amor, por el que vamos a poder ir integrando, aceptando, nuestra humanidad, nuestra imperfección. Esto es, comenzar a amarnos a nosotros mismos, y como consecuencia esto trae consigo comprender y amar a los demás. No se puede dar lo que no se posee. Ahí reside la verdadera autoestima, la aceptación de nosotros mismos como seres integrales, con sus luces y sus sombras.

Conforme van siendo reconocidas, esas fuerzas y hábitos mentales y emocionales( que permanecían fuera de nuestra conciencia ) nos queda el enorme trabajo de transformarlas y reintegrarlas. No es fácil lidiar con ellas. San Juan de la Cruz las llama potencias de este mundo.

Podríamos poner un ejemplo muy claro, por ser externo y concreto: el dominio del hábito del tabaco. Al principio, se toma conciencia de las consecuencias negativa que conlleva tenerlo. Posteriormente se adquiere una fuerte motivación que nos impulsa a dejarlo. Después enfrentarse con un “saco” de pensamientos derrotistas y disuasorios, de miles de miedos relacionados con él, sobre todo el miedo a no poder hacerlo, de no poder vivir sin él, de no poder llenar el “vacío” que él llenaba; y todo tipo de argumentos en contra de nuestra decisión de abandonarlo, a parte de una tendencia física fruto de la adicción.
Los primeros días son de un esfuerzo y atención enorme; pero transcurridos unos veinte días, comenzamos a sentirnos con más dominio. Al llegar, aproximadamente, a los cuarenta días, el hábito está dominado. El período abarcado por la cuarentena, es muy significativo, se dice que es lo que se tarda aproximadamente, en purificar una “nube- potencia” y retomar cierto dominio sobre ella. Aunque se deberá seguir vigilante, pues es una pauta, o matriz, que quedará ahí y deberá ser vigilada siempre, pero ya sin tanto esfuerzo, para no caer más en ella.

El mismo mecanismo es el que se sigue con todos los hábitos o adicciones. Los abstractos o de pensamiento, son complicados y difíciles de desmontar porque no se ven, están ocultos, son más sutiles. Además están entretejidos unos con otros, formando una red o “maya”, en la que unos sustentan o apoyan a otros.

La fuerte motivación con que cuentan los buscadores del Espíritu, es que saben que con cada hábito, forma de pensamiento negativa, que sea transmutada, ellos se liberan más, se llenan más de Espíritu, de Verdad y Vida, de Cristo, de Reino de Dios, de cordura, de Amor, de Fuerza, de curación, de Yo Soy….

Para realizar estos avances, debemos sacar muchas veces, fuerza y coraje. Caminar a pesar del miedo, a pesar de no ver nada, de creer que no se puede seguir..., y dejarnos en los brazos del Padre, pase lo que pase, sin pensar en el futuro , sin pensar en nada, sólo AHORA. “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu”.(Lucas 23).

Annie Besant, describe estas formas de pensamiento o mentales, como energías con vida propia, creadas por nosotros, que necesitan sobrevivir demandando nuestra energía mental y emocional para mantenerse con “vida”. Estas nubes-energía, son de un determinado color y brillo, según la calificación emocional empleada en su formación. Se disponen alrededor del ser humano conformando su “aura”, siendo más luminosas y de colores más vivos, a mayor desarrollo espiritual de la persona.

Según las enseñanzas metafísicas, estas acumulaciones, que acompañan al ser humano, y que se han ido posando a su alrededor, a lo largo de su periplo como alma, pueden ser transmutadas, utilizando la radiación del color violeta (mentalmente). La vibración de este color tiene la propiedad de purificación y transmutación. Se corresponde con el séptimo chakra. Aquí está el origen de que en Cuaresma, tiempo de penitencia y perdón, en que se recuerda la Pasión, Semana Santa, y Crucifixión de Jesús, los sacerdotes católicos, utilicen simbólicamente, la casulla de color morado.

Refiriéndonos otra vez a estas “nubes”, formadas de nuestros pensamientos y su correspondiente carga emocional, a veces, adquieren tal potencia, que son ellas las que dirigen al ser humano inconsciente, que vive en un mundo de sueño, sin ser dueño de sí mismo. Muchas adicciones, actos destructivos o comportamientos absurdos, se deben a este mecanismo. Es esto lo que explica muchas de las situaciones que a veces nos cuesta tanto entender, y que muchas veces, en nuestra ignorancia, se las achacamos a la voluntad de Dios.
“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Lucas 23,34.

El poder que nosotros les damos con nuestra inconsciencia y falta de vigilancia, también nosotros se lo podemos quitar con nuestro esfuerzo de autoconocimiento y atención, y por supuesto con la ayuda de las Fuerzas Superiores, siempre presentes en este Camino. Las instrucciones del Maestro Interno, son muy claras y poderosas en esta etapa.

A “Su lado” y bajo “Su Divina Presencia”, adquirimos el valor suficiente para mirar y tolerar, las energías de la sombra que ha sido iluminada. Energías que fueron creadas en el pasado y es AHORA y bajo la radiación de Cristo o Ser Superior, por las que van a ir siendo transmutadas. Siempre disciplinando la mente para mantenerla en el Yo Soy, en nuestra Realidad, en el momento presente.

Bajo nuestra Realidad, iremos contemplando esas energías, esos pensamientos, que van saliendo, procedentes del pasado, procedentes de nuestros propios juicios, procedentes de la manera en que aprendimos a percibir el mundo, procedentes de traumas y experiencias vitales pasadas. Energías que se condensaron entonces, en algún momento de nuestras existencia-as, y que AHORA, deben ser curadas.

Estas energías que están adheridas alrededor de nuestra alma, que portamos de una encarnación a otra, son las responsables de que tengamos ciertas experiencias una y otra vez, ya que atraen energías de la misma naturaleza vibratoria que tienen ellas. Esto será así hasta que seamos conscientes de ellas y hagamos el trabajo interior de no alimentarlas más, y así queden purificadas para siempre.

Son esas “nubes” de pensamientos cargadas con su correspondiente energía emocional, la parte mutable y cambiante que poseemos, que conforman nuestra personalidad y que no quiere decir que sean la Verdad, porque Esta es inmutable, como dice Santa Teresa:

“Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa. Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene nada le falta. Sólo dios basta”.

CONTEMPLAR los pensamientos con sus correspondientes energías emocionales, sin miedo, o mejor dicho con coraje, sin reprimirlas, sintiéndolas tal y como van saliendo, sin contraerse a ellas, así tal como son, sin luchar contra ellas, sin enjuiciarlas, tal y como se presenten, aunque estemos sintiendo muchísimo miedo en esos momentos..."Deja que esas sensaciones se paseen por tu cuerpo". Realmente en la capacidad de tolerar nuestro miedo, nuestra vulnerabilidad, en definitiva, nuestra humanidad...reside nuestra Fuerza.

Los dragones del miedo no están fuera, sino dentro de nosotros, no nos queda más remedio que contemplarlos sin intentar evadirnos de ellos. Hasta que, con tiempo y paciencia, quedarán descargados de energía y desaparecerán. No nos molestarán. Porque lo que no es verdad, jamás podrá ser Verdad.

Iremos adquiriendo la maestría y disciplina para observar los pensamientos y sentir las emociones de que están cargados, sin huir, a la vez que vamos identificándonos con nuestro Ser, con nuestra Realidad, con nuestro Cristo interno, no con esas energías disfrazadas de mil maneras, que ya habremos reconocido dentro de nosotros y que se “activan” en determinadas situaciones. Esto no puede realizarse sin una paciencia enorme, cosa que también nos enseña el Camino.

“Vuestra paciencia os salvará”.
“No se turbe vuestro corazón ni tengáis miedo”(…) “En el mundo tendréis tribulaciones; pero confiad: Yo he vencido al mundo”. San Juan.

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